lunes, 14 de mayo de 2012
Más secuelas del Chernóbil nipón a cámara lenta
Salvador López Arnal
La agencia EFE, tomando pie en la agencia de noticias Kyodo, informa con fecha 6 o 7 de mayo de 2012 [1], el día en que dejó de funcionar en Japón el último reactor atómico, que más de veinte colegios japoneses -14 de primaria, 7 de secundaria y también 5 guarderías de la ciudad- han detectado “alta radiación a 60 kilómetros de Fukushima” [1], en Koriyama. Las secuelas de la hecatombe nuclear nipona, de ese Chernóbil a cámara lenta del que nos habló Eduard Rodríguez Farré [2], son palpables.
Las mediciones fueron realizadas por los colegios de la citada ciudad en abril de 2012. Fue una muy razonable indicación de “la junta directiva para calcular los niveles de radiación en el aire en torno a cunetas, setos y sumideros de sus instalaciones”. Esa propia junta, informa EFE, levantó en abril “una restricción que impedía que los estudiantes jugaran en los patios escolares durante más de tres horas diarias”.
Los niveles de radiación en patios y aulas de los colegios se miden regularmente para certificar su seguridad. Se ha detectado que la radiación acumulada podría llegar, en algunos puntos, a ¡los 20 milisievert! El límite anual recomendado por la Comisión Internacional de Protección Radiológica es de 1 milisievert, ¡20 veces menos! [3].
Tomo pie de nuevo en conversaciones, artículos y escritos de Eduard Rodríguez Farré para algunas notas complementarias sobre el tema.
Sobre los milisievert, en torno a esta unidad de medida:
El sievert (Sv) es la denominación ¾ en honor del físico sueco Rolf Sievert, pionero en la radioprotección ¾ de la unidad estándar internacional de dosis de radiación eficaz o dosis equivalente. Tiene en cuenta las características del tejido irradiado y la naturaleza de la radiación. Constituye, señala ERF, “la unidad paradigmática en protección contra las radiaciones ionizantes, pues, si bien con limitaciones, intenta expresar el riesgo de aparición de los efectos estocásticos, es decir, aleatorios, asociados al conjunto de las situaciones de exposición posibles” [4] (equivale a 100 rems (roetgen equivalent man), la antigua unidad de dosis equivalente.
La misma cantidad de energía absorbida puede determinar efectos muy distintos según el tipo de radiación y el órgano expuesto. El ejemplo dado por el gran científico franco-barcelonés: “el factor de ponderación de los fotones gamma y de los electrones es uno, mientras que el de los protones es 5 y el de las partículas alfa sube a 20”.
El Sv, por lo demás, es una magnitud muy elevada y usualmente se utilizan los submúltiplos milisievert (mSv: milésima de sievert), en este caso por ejemplo, y microsievert ( m Sv: millonésima de sievert). Conviene tener presente, apunta con énfasis ERF, que, por definición, el sievert “sólo puede utilizarse para evaluar el riesgo de aparición de efectos estocásticos en los seres humanos pero no sobre la fauna y la flora”. Y esto último, desde luego, tiene derivaciones que también pueden afectar a los seres humanos.
En cuanto a los umbrales inocuos –ese 1 milisievert del que antes se hablaba- vale la pena tener en cuenta lo siguiente:
Para ERF, existe bastante consenso en que “NO hay un umbral de dosis por debajo del cual no pasa nada y, en cambio, por encima sí”. Las reglas de las normativas reguladoras establecen unos umbrales; por debajo de ellos, se dice, no ocurre nada. Pero esto, prosigue, es muy difícil de aceptar. “Decir que 0,99 de radiación no produce efectos nocivos y 1,01 sí, es conceptualmente normativo pero muy poco biológico”. Dependerá, apunta el coautor de Ciencia en el ágora, “de la vulnerabilidad de los sujetos, de si son niños, de si son mayores, si son adultos, de si es un feto, de multitud de factores”. Hay toda una serie de aspectos de vulnerabilidad que no puede olvidarse.
Por otro lado, tenemos el grave problema de si a diferencia de muchos otros compuestos, prosigue ERF, de los que sí podemos afirmar que por debajo de una determinada dosis no existen efectos nocivos, “en las radiaciones y en algunos otros casos existen estos efectos estocásticos con lo que resultaría que no hay un umbral cero, que no hay ninguna dosis que no tenga efectos, que sea totalmente inocua”.
Ha habido, además, en los últimos años, un cambio interesante de perspectiva en estos análisis. Cito extensamente a ERF:
“Durante un tiempo se creyó que los efectos biológicos derivados de la radiación de debían exclusivamente a la deposición de energía en el núcleo celular, con daño en el ADN. En los últimos años, en cambio, se han producido avances en la definición de los mecanismos por los que la radiación produce efectos biológicos. Se han descrito una serie de efectos epigenéticos o efectos no diana que afectan a células no alteradas directamente por la exposición, tales como los llamados efectos “bystander”, circunstantes, y la inducción en la inestabilidad del genoma. Dosis bajas de radiación inducen además una respuesta adaptativa, alteraciones en la expresión genética a largo plazo, hiper-radiosensibilidad, así como la liberación de radicales de larga vida”.
Este nuevo paradigma, señala, tiene implicaciones en la valoración de riesgos de la radiación y para la salud humana asociados con la exposición a la misma. “Se puede afirmar que la inducción de mutaciones genéticas originadas por la radiación no juega un papel único en el desarrollo de efectos cancerígenos. El hecho de que los efectos biológicos de las radiaciones ionizantes no se limiten únicamente a las células expuestas sino a las células y tejidos circundantes, ha llevado a estudiar los posibles mecanismos de transmisión de una señal de tipo indirecto: ya sea por mediación a través de la unión intercelular o bien por la secreción de factores por parte de las células irradiadas. En regiones de baja dosis de exposición, dichos efectos indirectos circundantes producen mutaciones, lesiones a nivel de los cromosomas y transformaciones celulares que se cree son dañinas”.
Los efectos circundantes también provocan cambios en la expresión genética y alteraciones en el destino final de las células, los cuales podrían ser protectores. “El balance entre dichos efectos dañinos y protectores hace preciso profundizar en futuros estudios de investigación”. Se ha apuntado, recuerda ERF, que la inestabilidad del genoma juega un papel importante en el desarrollo de los efectos cancerígenos.
Por lo demás, es necesario recordarlos, un año después de la catástrofe en Fukushima, unas 80.000 personas que residían en un radio de 20 kilómetros siguen evacuadas a causa de la elevada radiactividad de la zona. ¡Ochenta mil!
Notas:
[1] http://www.publico.es/internacional/432186/veinte-colegios-detectan-alta-radiacion-a-60-kilometros-de-fukushima
[2] Ciencia en el ágora, El Viejo Topo, Barcelona, 2012, capítulo VI.
[3] El accidente de Fukushima ha sido causa de que las escuelas de la provincia donde se sitúa la planta hayan tenido que llevar a cabo planes especiales de limpieza para evitar que sus estudiantes se vean expuestos a altas concentraciones de radiación. Muchos centros han retirado de sus patios “capas de tierra de varios centímetros de espesor para eliminar los residuos que podrían haberse depositado”.
[4] En la práctica el sievert es la dosis de energía absorbida ¾ el gray ¾ multiplicada por un factor de ponderación propio de cada radiación y órgano o tejido.
Veinte colegios detectan alta radiación a 60 kilómetros de Fukushima
EFE / Público
Las secuelas del desastre de Fukushima todavía son palpables. Un grupo ciudadanos ha denunciado la presencia de altos niveles de radiación cerca de más de 20 escuelas de la ciudad de Koriyama, a 60 kilómetros de la central nuclear que sufrió la catástrofe, según ha informado la agencia Kyodo.
Los documentos de la junta educativa también constatan que existen "puntos calientes" en estos colegios, siendo 14 colegios de primaria, siete de secundaria y cinco guarderías de la ciudad. Estas mediciones fueron realizadas por los colegios en abril tras la orden de la junta directiva para calcular los niveles de radiación en el aire en torno a cunetas, setos y sumideros de sus instalaciones.
La propia junta levantó el mes pasado una restricción que impedía que los estudiantes jugaran en los patios escolares durante más de tres horas diarias a raíz del accidente de marzo de 2011 en la central nuclear de Fukushima Daiichi. Sin embargo, aunque los niveles de radiación en patios y aulas de los colegios de Koriyama se miden regularmente para certificar su seguridad, pero el grupo ciudadano ha vuelto a exigir la restricción para proteger a los menores.
En algunos puntos, se ha detectado que la radiación acumulada podría llegar a los 20 milisievert, estando el límite anual recomendado por la Comisión Internacional de Protección Radiológica en 1 milisievert.
Siguen los planes especiales de limpieza
El accidente en la central de Fukushima, el peor desde el de Chernóbil en 1986, ha supuesto que las escuelas de la provincia donde se sitúa la planta hayan tenido que llevar a cabo planes especiales de limpieza para evitar que sus estudiantes se vean expuestos a altas concentraciones de radiación.
Por ello, muchos centros han retirado de sus patios capas de tierra de varios centímetros de espesor, para eliminar los residuos que podrían haberse depositado. Estos huecos han sido recubiertos de nuevo con arena limpia.
Más de un año después de la catástrofe en Fukushima, cerca de 80.000 personas que residían en un radio de 20 kilómetros alrededor de la planta nuclear siguen evacuadas a causa de la elevada radiactividad.
Fuente: http://www.publico.es/internacional/432186/veinte-colegios-detectan-alta-radiacion-a-60-kilometros-de-fukushima
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